La vida en un segundo

Un segundo es lo que puede diferenciar la vida de la muerte. En un segundo puedes estar mirando los enfurecidos ojos del bastardo que te maltrata y al siguiente, yacer muerta en el suelo. Un segundo es lo que debes tardar en decidir si tienes que alejarte de él o no. Un segundo puede hacerse eterno cuando ves tu mano alzada hacia tí y estás esperando que caiga, cuando has dicho algo que sabes que le ha molestado y estás esperando su reacción... En un segundo, pasan cientos de ideas por tu cabeza cuando sientes que la Muerte te está rondando...

Yo he temido por mi vida más de una vez y si estoy aquí ahora mismo, escribiendo estas palabras, es porque aún no me llegó la hora, porque en el último momento él decidió no seguir adelante. Recordando aquellas ocasiones, me doy cuenta una vez más de cuán imbuida estaba yo en aquella relación, cómo todo se había centrado únicamente en él, que me hizo seguir a su lado y adorarle fervientemente a pesar de que mi vida había estado en sus manos. No deja de asombrarme y cuando pienso en esa "yo", no me reconozco, lo que por otra parte, me alegra. Porque ésa no era "yo".

Exactamente fueron tres las ocasiones en las que temí por mi vida. La primera vez, me cogió del cuello contra una pared, con una fuerza impresionante. Recuerdo que me agarré a sus muñecas, intentando que me soltase, y era como tocar acero cubierto de piel. En esa ocasión, fue un familiar suyo quien logró que me soltase dándole un golpe en la cabeza. Estaba más impresionada por la rabia y la furia que había visto en sus ojos que por el dolor que me dejó en el cuello. Pensé que me odiaba.

La segunda vez, fue con un cuchillo. Había bebido y estábamos en la cama, bromeando. Entonces, le entraron sus absurdos celos, prohibiéndome que visitara a sus amigos si él no estaba conmigo. Fue a la cocina a por un cuchillo y lo esgrimió varias veces hacia mí, amagando con clavármelo para echarse a reír cuando me veía asustada. Intenté protegerme con un cojín, puesto que al estar bebido, sus reflejos no eran de lo mejor, pero él me lo quitó, riéndose. No paró de "jugar" hasta que me puse a llorar y le supliqué por mi vida.

La tercera vez, fue con una pistola. Nunca supe de dónde la sacó, ni siquiera llegué a saber si era auténtica, pero apareció una tarde con ella en la mano y no dudó en ponérmela en la frente en cuanto llegó. Yo me reí nerviosa, pensando que sería una pistola de juguete, e hice un amago de apartarla pero esto le enfureció bastante. Se lanzó contra mí, gritando, apuntándome con ella, hasta que puso el cañón dentro de mi boca. Al igual que la vez anterior, hasta que no comencé a llorar, no paró. Nunca volví a ver esa pistola.

Soy consciente de que hay un importante componente de manipulación psicológica, de ver hasta dónde llegaba mi devoción o comprobar cuánto podía controlarme. No sé si realmente llegó a tener intenciones de quitarme la vida o solamente quería meterme miedo. No sé qué mecanismos le llevaban a actuar de aquella manera y a disfrutar viéndome sufrir, pero en realidad, ¿qué importancia tiene eso? Me dan escalofríos al pensar que en cualquiera de esos momentos se le podía haber escapado la situación de las manos y haber terminado con mi vida.

Como siempre, termino mi actualización con un consejo. ESTO no es amor. No son juegos traviesos, no es chinchar, es MALTRATO y una absoluta desconsideración por el bienestar de la persona amada. No permitas que tu pareja ni que nadie "juegue" a estas cosas contigo, que nadie te haga pasar un mal rato de semejante calibre. Una y no más, por favor. Puede que no lo cuentes.

Infidelidades

No considero que la infidelidad sea parte de una situación de maltrato, al menos por parte de la persona maltratada, pero en mi caso sí sucedió así, y quiero explicarlo aquí porque pienso que igual que me pasó a mí, podría haberle ocurrido a otra persona.

Antes que nada, sí que quiero hacer hincapié en que si yo pude cometer una infidelidad fue por la situación en la que me encontraba con mi pareja en ese momento; aún no vivíamos juntos y él trabajaba fuera de la ciudad de lunes a viernes, por lo que yo lo tenía relativamente fácil. Es obvio que es mucho más complicado, por no decir imposible, llegar a intimar con otra persona si vives con la persona que te maltrata, pues el control que ejerce sobre tí es mucho mayor.

No llevábamos demasiado tiempo juntos cuando ocurrió. El fin de semana anterior me había prometido que le llevaría a otra ciudad a conocer a parte de su familia, a pasar esos días con unos primos suyos que me quería presentar. Como es normal, me ilusionó mucho que quisiera que conociera a sus primos, además de la perspectiva de poder pasar con él un fin de semana fuera de nuestra ciudad. Me dijo que me llamaría el siguiente viernes por la noche, cuando él llegaba de trabajar, para quedar e irnos hacia allí.

Feliz y contenta, me preparé una mochila con lo necesario y me fui a tomar algo con una amiga mientras esperaba a que llamara. Las horas pasaban y no recibía noticias. Me resistía a llamarlo para no agobiarle, dándole tiempo, hasta que no pude más y le llamé. Y lo cogió una chica. Y la chica me pasó con él, que me dijo que no había regresado de la ciudad en la que trabajaba, que tenía que quedarse allí. Pero claro, yo no le creí.

Pasé ese fin de semana deprimida porque no tuve ninguna noticia de él, hasta que al final el domingo mi amiga me propuso irme con ella a la casa en la que vivían su novio con tres amigos, para distraerme. Accedí. Allí estuvimos charlando y riendo, hasta que al final me ví en brazos de uno de aquellos chicos, uno muy tierno y cariñoso. Me dejé querer hasta que sonó mi móvil, que estaba encima de la mesa, y otro chico me dijo que era mi novio. Entonces, me zafé del otro chico para coger el teléfono.

Me dijo que estaba en su casa y que fuera para allá, pero le dije que no. Yo aún estaba en la primera etapa, en la que todavía conservaba mi autonomía, así que no dudé en mostrarle mi enfado. Escuchó voces y me preguntó que dónde estaba, a lo que yo respondí que con unos amigos. Él insistió en que nos viéramos pero seguí en mis trece. Cuando colgamos, yo ya no me veía capaz de seguir con el otro chico y comencé a sentirme muy culpable.

Una vez en la calle, con mi amiga, me eché a llorar diciéndole que por su culpa, me había comportado de una manera que no iba con mis principios. Ella me intentó consolar pero me estuve sintiendo mal durante mucho tiempo, porque yo siempre había estado en contra de este tipo de actitudes.

Considero que aquí hay otro punto interesante acerca del maltrato y sus efectos, y que seguramente amplíe en otra entrada: el hecho de empezar a cambiar sistemas de valores y actitudes propias. No voy a ser ingenua y a decir que fui infiel "porque él me había mentido" ni "por venganza". No quiero justificarme, pero sí quiero llamar la atención, aparte del hecho evidente de su actitud egoísta y de dejadez respecto a mí, y de lo abandonada que me hizo sentir, sobre el modo en el que yo decido darle la vuelta a mis creencias y actuar así, motivada por una actitud suya. En el pasado había tenido conflictos con otras parejas pero NUNCA fui infiel a nadie, ni me lo planteé siquiera... ¿por qué su actitud me había dolido tanto que reaccioné así?

Cuando él te motive a actuar y a tomar decisiones que van en contra de tus principios, piénsalo bien, porque esos hechos van a quedar en tu conciencia, y aunque él desaparezca de tu vida, eso siempre va a estar ahí y te va a pesar. Da igual que seas tú quien decida actuar de una manera o de otra, en realidad, él siempre va a ser la razón de que lo hagas.

Continuaré hablando de esto en otra entrada, porque en mi conciencia pesan hechos que van más allá de una infidelidad...

Recuerdos

Llevo demasiado tiempo sin actualizar. Quiero pedir disculpas a quien quiera que siga este blog, si es que lo sigue alguien. Hay una buena razón por la que no he escrito desde hace tiempo, y la verdad es que no me voy a escudar en que no he tenido hueco o inspiración o ganas. Se trata simplemente de que en mi afán de expresarme y de comunicar lo que me había pasado, en el impulso que recibí aquel 1 de febrero de contar lo que había sufrido y ayudar a otras personas, olvidé que yo no estoy recuperada al cien por cien de aquellas experiencias.

Durante el primer mes, escribía una actualización prácticamente a diario, con todo lo que conllevaba. Actualizar me suponía sentarse y recordar, que es el ejercicio contrario a lo que he estado intentando desde que todo acabó hace tres años. Y recordar conlleva revivir, y no es nada fácil, porque por lo general, lo que he escrito aquí es una parte del total, y hay cosas que aunque no las haya contado aún, sí que las he recordado. En resumen, que tras publicar una entrada, estaba un par de días de bajón, otra vez inundada por los recuerdos, y llegó un momento en que tuve la sensación de que estaba retrocediendo. Unos amigos me recomendaron espaciar las publicaciones y es lo que he tratado de hacer pero ahora me veo en una disyuntiva.

Por un lado, quiero seguir publicando con la constancia de antes, cada día se me vienen a la cabeza situaciones que quiero mostrar como ejemplo, pero por otro lado no puedo arriesgarme a volver a la situación emocional en la que estaba hace un año y medio. Trataré de llegar a un acuerdo conmigo misma y continuar adelante con este proyecto dañándome lo menos posible.

Gracias por tu paciencia y comprensión, seas quien seas.

Frases a olvidar

- Eres tonta, fea y gorda.
- Nadie te va a querer.
- Eres una puta de mierda.
- Cualquier chica es mejor que tú.
- No sirves para nada.
- Haz lo que yo diga.
- Tienes que adelgazar o no voy a follar más contigo.
- Quédate en casa que me voy a buscar una mejor que tú.
- No sabes besar.
- Hoy no quiero verte.
- Cuando me canse de tí, te voy a dejar.
- ...............

.......
.....
...
..
.

Cuando se escuchan demasiadas veces, llegas a creértelas. Hay una frase atribuida a Lennin que dice que una mentira repetida muchas veces se convierte en una gran verdad, y lo malo de esto es que el proceso inverso es muy complicado. Cuando ya has salido de todo y te has alejado de la persona que te decía ese tipo de cosas o incluso otras peores, parece ser que la consecuencia lógica es que sepas que nada de eso es verdad, pero de alguna manera esas palabras tantas veces repetidas han hecho más mella de lo que parecía al principio y constantemente temes que alguien vuelva a repetírtelas o que simplemente, algo de aquello sea verdad y se cumpla...

No permitas nunca que te pisoteen así. Quiérete y no dejes que nadie te haga sentir mal, no cedas ese poder a quien quiere hundirte para salir a flote pisando tus sentimientos. Valórate.

Una de cuatro

Leí ayer en la portada de un periódico gratuito que un 25% de las mujeres afirma haber sufrido maltrato alguna vez en su vida. Aún estoy intentando digerir el dato, porque creo que este tipo de estadísticas se quedan cortas. Estoy segura de que más de una negó haber sido maltratada, seguramente por vergüenza ante los ojos del encuestador. Porque a pesar de la supuesta concienciación que hay sobre este tema, y a pesar de que parece que todos tenemos claro que es algo que no se puede permitir, todavía la vergüenza domina a muchas personas que están siendo víctimas del maltrato.

Parémonos a pensar. Una de cuatro mujeres. ¿A cuántas mujeres conoces? ¿Crees estar seguro de que ninguna de ellas sufre algún tipo de maltrato o lo ha sufrido alguna vez? ¿Piensas que de verdad Fulanita te lo contaría o te lo habría contado? Yo aún no lo he contado a mi familia, y de mis conocidos, sólo un puñado lo saben. Estoy convencida de que si alguien le preguntara a alguien de mi familia si conoce algún caso de maltrato, dirían categóricamente que no. Es más, estoy escuchando a mi madre: "Mi hija, con el genio que tiene, eso no lo aguanta". Reflexionemos sobre este asunto.

No quiero crear paranoia ni psicosis, quizá realmente las mujeres que conoces han tenido la suerte de no verse en situaciones de maltrato psicológico ni físico, pero la estadísticas es alarmante. Insisto a toda mujer que pueda estar leyendo esto: cuenta lo que te pasa, a quién sea, aunque no le conozcas, aunque sea a través de Internet... pero no te lo calles ni lo aguantes; alguien va a ayudarte tarde o temprano, aunque te sientas sola, aunque pienses que nadie va a creerte o va a darte la razón, siempre hay alguien que te echará una mano. Escríbeme un email al formulario de la columna de la derecha. Busca ayuda.

Y estamos hablando de mujeres... pero, ¿y los hombres, los niños, los ancianos?

No permitamos que todo esto siga sucediendo, no consintamos que una panda de cabrones que no se aguantan ni a ellos mismos desahoguen sus frustraciones sobre personas inocentes. Denunciemos, hablemos, gritemos. No seamos cómplices del sufrimiento de nadie, sino impulsores de castigo a los que hacen daño.

Invisible

El fondo del pozo es ese momento en el que te vuelves invisible. Ya no existes. No eres nada para nadie, ni siquiera para tí misma. Es un sentimiento aterrador del que te das cuenta una mañana al levantarte. Es como si siempre te rodeara el silencio, no haces ruido y tampoco escuchas hablar a tu voluntad o a tu conciencia. Eres un recipiente vacío, una muñeca inerte, eres, como vulgarmente se dice, un pedazo de carne con ojos que se mueve de manera mecánica.

Cuando él no estaba, yo me pasaba las horas muertas tumbada en la cama, mirando la televisión fumando y bebiendo café. Apenas respondía el teléfono excepto si era alguien de mi familia, para no preocuparles. De vez en cuando, me levantaba para asomarme a la ventana y esperar a verle llegar. A ratos, me metía entre las mantas y permanecía quieta e inmóvil, en silencio. Era como si no supiera qué hacer si él no estaba conmigo.

Aunque las cosas tampoco cambiaban demasiado si él estaba cerca, porque sólo actuaba si él me lo ordenaba. Me duchaba cuando él me lo decía, incluso comía cuando él me daba permiso. Yo me callaba y cumplía todo lo que me decía de una manera mecánica, ya se me habían terminado las ganas de luchar y defenderme. Me sentía atenazada frente a él, con temor a cometer cualquier equivocación y a disgustarle; había decidido obedecer ciegamente porque así, él no se enfadaría conmigo y le agradaría en todo momento.

No consigo explicar del todo ese sentimiento. No es sentirse ninguneada ni menospreciada, ni siquiera anulada, es sentir sencillamente que no eres nada ni nadie. No tienes voluntad, no tienes alegría, ni carácter, eres como una muñeca. Cuando eres consciente de esta situación, sientes un pánico vertiginoso, y ese mismo pánico te impide actuar y hacer algo, porque piensas: "no soy nada, no puedo hacer nada". Es una certeza que de repente se materializa ante tí y te sientes impotente.

Pero sí es posible la recuperación, aunque es costosísima y dolorosa. El primer paso, obviamente, es separarte de la persona que te hace sentirte así. Los primeros días son horribles, le echas de menos, te arrepientes, no sabes qué hacer ni qué decir... Comienza un proceso largo y complicado, porque debes reconstruirte desde la nada. Tienes que bucear en tu interior y buscarte a tí misma, que aunque no lo creas, sigues por ahí, agazapada y temblando, pero sigues ahí. Si tienes la suerte de contar con gente que te quiere, todo será más sencillo porque ellos te irán recordando poco a poco quién eres; si estás sola, como era mi caso, tienes que avanzar como sea y a marchas forzadas, aunque sea porque tu familia no note nada.

No esperes resultados rápidos. Tendrás momentos de tristeza y de inseguridad, en los que no te reconozcas y creas que eres un producto falso, que te perdiste para siempre y que no puedes enraizarte en tí misma, pero debes superar esos momentos. Muy poco a poco verás avances, por medio de pequeñas tomas de decisiones sobre tí misma. El retomar el control sobre tu propia vida será un gran paso: volver a trabajar, cambiar tu estilo de vestir o el simple hecho de poder decidir si sales a dar un paseo o te quedas en casa. Todo eso son pequeños avances que haces hacia tí misma, hasta volver a ser aquella que una vez fuiste.

No desesperes. Aún a día de hoy, en el que ya han pasado más de tres años que me separé de él, todavía tengo días en los que vuelvo a sentir ese vértigo ante el vacío que veo a veces bajo mis pies. Muchas veces me encuentro a mí misma presa del pánico que me paralizaba y llena de miedo por no reconocerme y creer que me estoy inventando, pero siempre me repito que cada día me acerco un poco más a mí misma. Es cuestión de tener paciencia y agarrarse al cariño y al aprecio que recibes de quienes te rodean. Ellos son lo mejor a lo que puedes agarrarte, porque te ayudarán a encontrarte de nuevo.

La primera ruptura

Casi siempre hay una ruptura, que yo asimilo al borde del precipicio. Es casi la última oportunidad que se te da para escapar, es el último toque de atención de que las cosas no van bien. El problema está en que se suele desaprovechar, y en vez de servir para reflexionar, para meditar y para tomar una decisión, sirve para crear más ansiedad y dependencia, al tiempo que es un golpe para la autoestima, venga de quien venga la ruptura.

En mi caso, la primera ruptura fue decisión mía. Habíamos pasado una noche bastante mala, ya que en la discoteca él se había dedicado a perseguir a todas las chicas que veía mientras yo me quedaba con sus amigos, rabiando como una idiota. Cuando llegamos a casa, tuvimos una sesión de sexo bastante decepcionante para mí, ya que él había bebido bastante y no se lució demasiado. Por supuesto, acto seguido me dio la espalda y se dispuso a dormir, y entonces yo le dije que ya no quería seguir siendo su pareja, pero que podíamos vernos de vez en cuando si él lo único que quería era cama.

Él no pareció demasiado afectado y me dijo que por él de acuerdo, pero que no quería que me acostase con nadie más, porque entonces no le volvería a ver. "Pero si no somos pareja, yo puedo estar con quien me dé la gana y tú también", le respondí yo, pero él se puso inflexible. Me pareció algo tan machista y tan egoista que le dije que entonces mejor no volvíamos a vernos. Me vestí y me largué.

Ya mientras bajaba las escaleras iba medio arrepintiéndome de mi decisión y esperando a que él me llamara en cualquier momento, pidiéndome que volviera. Llegué a la calle y no había noticias de él, así que me preparé para pasar el día siguiente con mis amigas, contándoles lo ocurrido y llorando un rato. Pero al girar la esquina, topé con su hermano y su novia, que me preguntaron dónde iba. Les dije lo que había pasado y me convencieron (sin demasiada dificultad) para que subiera y hablase con él, diciéndome que las cosas había que hablarlas, bla, bla, bla.

Cuando entré de nuevo en el piso, fui al dormitorio y le encontré durmiendo, sin un ápice de preocupación por mi marcha. Ése fue el momento clave en el que tendría que haberme dado cuenta de que yo no le importaba lo más mínimo... Me metí de nuevo en la cama y se despertó, no demasiado sorprendido de verme allí. Sin decirme nada, me abrazó y me besó, y yo simplemente me rendí, creyendo como siempre que me quería y que el orgullo le había hecho no llamarme. En esa época yo era muy buena contándome historias a mí misma...

Cuando tú decides romper la relación o te lo planteas, es porque algo no va bien y hay que examinarlo. En aquel momento, yo no había recibido ningún golpe todavía, pero era obvio que yo no le interesaba más allá que como una posesión siempre dispuesta a cumplir sus deseos, poco menos que una esclava o una sirvienta. Sin embargo, yo preferí mantener la venda sobre mis ojos e intentar convencerme de que sí me quería y disculparle de todas las formas posibles.

Y otro gran error que cometí fue no contarle a mis amigas lo que había sucedido esa noche. Quizá ellas me hubiera hecho ver las cosas de otra manera... o no, quién sabe. Pero ahora ya es tarde para planteárselo. En cualquier caso, vuelvo a repetir: cuéntalo todo, a quien sea, pero busca siempre otros puntos de vista, porque te pueden salvar incluso la vida.

Sobre este sitio

He creado este espacio para poder compartir las experiencias que tuve hace años, todas aquellas situaciones que viví, no sólo para que me sirvan de exorcismo, sino para que quien lo lea, intente comprender qué es lo que se vive cuando estás inmerso en una situación de maltrato.

Porque hay muchas barreras y obstáculos que superar todavía.

El primero y más importante, está en nuestra mente.

Seguidores

Hablo de...

abuso (1) amigos (5) ayuda (1) control (5) maltrato (5) noticias (1) Off-Topic (1) reflexiones (10)

Escríbeme

No lo olvides...