Disimulando

¿Qué es en lo que se piensa ante la frialdad de ocultar las marcas de golpes, arañazos o mordiscos frente al espejo? Debería ser un momento ideal para que se abran los ojos, al contemplar en nuestro propio cuerpo los estragos del maltrato, las marcas de aquel que nos está amargando la vida, pero no es así... Llega a convertirse en una rutina ir a la cocina a por hielo, buscar maquillaje de tu tono de piel, poner excusas para no salir de casa...

Una ocasión, en agosto, amanecí con los brazos amoratados por completo. Tenía que irme a trabajar y no me daba tiempo a idear algo, así que me fui tal cual al tren. Mientras viajaba hacia mi lugar de trabajo, me fijé en que la gente me miraba de reojo. Recuerdo especialmente la mirada de una mujer, que estaba prácticamente escandalizada mientras recorría uno por uno los moratones. Todas y cada una de las personas que estaban allí, miraban mis golpes y después me miraban a la cara, y yo retiraba la mirada hacia la ventana, avergonzada.

Cuando llegué a la estación, me dije a mí misma que no podía ir a trabajar así: empezarían las preguntas y los rumores; además, trabajo cara al público y me daba mucha vergüenza que los clientes me vieran así. Entré en una tienda de ropa que me pillaba de camino; sólo tenían camisetas de verano así que me acerqué a la dependienta y le pregunté si tenían camisetas de manga larga. La chica enseguida me miró a los brazos y enarcó las cejas con un gesto de sorpresa. Sentí que me ruborizaba y tragué saliva mientras ella se iba al almacén, regresando con una camiseta de manga larga pasada de temporada. La pagué, me la puse allí mismo y me fui a trabajar. Huelga decir las miradas y comentarios de la gente que me veía con manga larga a 40 grados...

Cuando pienso en este día, me pregunto a mí misma cómo funciona ese mecanismo de la mente que lleva a aceptar este tipo de situaciones como normales, qué circunstancias se reúnen e interactúan para tolerar la vergüenza y la humillación, las miradas de los demás, y volver por la noche a casa junto a la persona que ha provocado que pases un día tan incómodo. Creo que a pesar de haberlo vivido, nunca me explicaré por qué asumí aquel tipo de cosas, igual que lo de ponerme hielo en los mordiscos que me daba en los labios cuando yo me confiaba pensando que iba a besarme...

Insisto una vez más: eso NO es amor... aunque yo pensaba que sí.

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Sobre este sitio

He creado este espacio para poder compartir las experiencias que tuve hace años, todas aquellas situaciones que viví, no sólo para que me sirvan de exorcismo, sino para que quien lo lea, intente comprender qué es lo que se vive cuando estás inmerso en una situación de maltrato.

Porque hay muchas barreras y obstáculos que superar todavía.

El primero y más importante, está en nuestra mente.

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