Mirar hacia otro lado

Últimamente han aparecido en las noticias historias de personas que han presenciado una situación de maltrato y han intervenido, saliendo malparados; el caso más mediático ha sido el del profesor Neira, quien ha estado hospitalizado durante meses a causa de un fuerte puñetazo que recibió al defender a una mujer. Esta reacción, la de defender a una mujer que está siendo agredida por su compañero sentimental, nos parece normal y razonable, y hay quien ha protestado porque al profesor Neira se le conceda una medalla al mérito ciudadano. Bien, es obvio que no voy a entrar en polémicas y debates acerca de este señor, pero sí voy a decir que no es exagerado considerar a las personas que se enfrentan a un agresor casi como héroes, porque desgraciadamente, no es lo normal.

Un sábado como otros tantos, yo había quedado con mi novio para ir a casa de unos amigos y después a bailar. Mientras me estaba arreglando en casa, él me llamó, con voz de haber estado bebiendo de más, y me exigió que me pusiese un determinado vestido. Quería presumir de novia delante de sus amigos. Yo, sintiéndome halagada, le hice caso, y un rato después, salía a la calle a encontrarme con él.

Tardó más de una hora en aparecer... Primero vino su hermano con su novia, y a la hora, llegó él con un amigo, evidentemente muy bebido. Lo primero que hizo fue meterme mano en mitad de la calle y tuve que frenarle; después, subimos a casa de sus amigos, donde estuvo escandalizando a todos por el trato que me dio, poco menos que el que un carnicero da a un pedazo de carne. Cuando se cansó, se dedicó a flirtear con otras chicas que había en la casa, con el consiguiente enfado de sus novios y el mío propio.

Tras un par de horas bastante incómodas, nos fuimos con un grupo de gente y nos dirigimos a una discoteca. A esas alturas, no podía calcular cuánto alcohol llevaba él en el cuerpo y era incontrolable. Intenté animarme con la música, tomé una copa y procuré divertirme, hasta que le ví besarse con otra chica. En ese momento, la sangre se me heló en las venas y quise marcharme, pero dos de sus amigos me detuvieron y me llevaron frente a él, que sonreía burlón mientras seguía flirteando con la chica. Mi reacción fue abofetearle y la suya, devolverme el golpe. Me cogió del brazo y dijo: "Vámonos fuera, que te voy a pegar". No sé dónde se metieron entonces sus amigos ni la chica.

Me sacó a trompicones de la discoteca y hubo quien nos miró mal porque le habíamos empujado... A la salida, miré a los "puertas" suplicándoles ayuda pero desviaron la mirada, igual que el resto de la gente que estaba por allí en la calle. En plena calle y delante de la gente que esperaba para entrar, me dio dos bofetones, y cogiéndome del brazo de nuevo, me hizo entrar en la discoteca. Todo el mundo miró, pero nadie hizo ni dijo nada.

Una vez dentro de la discoteca, me llevó hasta la barra y le pidió al camarero un cubata de whisky con Red Bull. Yo estaba llorando y la boca se me estaba empezando a hinchar; el camarero me miró pero no dijo nada; sirvió la copa y se largó a la otra punta de la barra. Entonces, él me obligó a beberme el cubata, presionando el vaso frío contra mis labios para que no se hincharan. Yo no quería pero ya no estaba en condiciones de negarme a nada. Cuando lo terminé en apenas tres tragos, el pidió otro y luego otro, obligándome a beber, diciendo: "Esta noche tengo ganas de follar y quiero que me dejes". Y el plan le salió bien.

Con esto quiero decir que no se nos llene la boca de hablar de lo que yo haría o lo que dejaría de hacer... porque mi experiencia es que la gente no se moja, la gente no quiere problemas... Nunca he tenido la ayuda de nadie en este tema y tuve que salir yo sola, por eso valoro el acto de la persona que se atreve a intervenir en una situación de maltrato o que simplemente, haga una llamada a la policía.

No seamos egoistas y ayudemos a quien está siendo víctima de maltrato. Nunca sabes cuándo puede tocarte a tí o a alguien de tu entorno, y aunque éste no sea un argumento del todo válido, que al menos sirva para hacer recapacitar a quien lea esto. Nadie va a meterse en un lío por llamar a la policía si la vecina del piso de arriba grita y llora pidiendo auxilio, y quizá, se pueda salvar su vida...

¿Cuántas veces entrevistan a los vecinos de una mujer asesinada por su pareja y dicen aquello de: "sí, se escuchaban golpes y gritos de vez en cuando"? ¿Y por qué nadie llamó nunca a la policía? ¿Cuántas vidas podrían haberse salvado con una sola llamada de teléfono?

No seamos hipócritas.

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Sobre este sitio

He creado este espacio para poder compartir las experiencias que tuve hace años, todas aquellas situaciones que viví, no sólo para que me sirvan de exorcismo, sino para que quien lo lea, intente comprender qué es lo que se vive cuando estás inmerso en una situación de maltrato.

Porque hay muchas barreras y obstáculos que superar todavía.

El primero y más importante, está en nuestra mente.

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