Hace unas semanas que me rondaba la idea de abrir este blog y por fin, hoy 1 de febrero, me he decidido a empezarlo y me he comprometido conmigo misma a mantenerlo actualizado y a divulgarlo. ¿Por qué publicar y divulgar unas experiencias tan desagradables? No es vanidad, ni tampoco una llamada de atención, ni victimismo, ni autocompasión. Sólo quiero intentar abrir los ojos de quien pueda llegar a leer esto, quiero poder ayudar a otras personas desde el punto de vista de quien ha pasado por una situación de maltrato y quiero sentir que algo tan horrible puede servir para algo positivo. Nunca sabes a quién llegan tus palabras y qué efecto pueden tener.
Hace tres años que escapé de la que ha sido hasta ahora la peor etapa de mi vida, que duró desde 2005 hasta finales de 2006; en esa época yo tenía 24 años. No voy a dar detalles acerca de mi condición social, económica, etc... ni tampoco las del hombre que me maltrató. No por ocultar identidades ni por vergüenza, sino porque no quiero contribuir a la estigmatización que sufren determinados colectivos de la sociedad en este sentido. Estoy convencida al cien por cien de que la clase social, la raza o el nivel económico no hacen a un maltratador.
Yo he sido un caso más de maltrato de los que no salen en las estadísticas: no denuncié y obviamente, no perdí la vida. Si ya nos escandalizan las cifras que vemos a través de los medios, ¿qué pasaría si todos los casos como el mío salieran a la luz? ¿Cuántas mujeres, hombres, niños están siendo golpeados, humillados, despreciados ahora mismo?
Nunca estaremos lo suficientemente concienciados...
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